Descripción |
La mayorÃa del colectivo masculino sabe que para ser justos en sus relaciones de pareja han de cambiar la actitud y ponerse el delantal, hacer la comida, planchar, tender y, si hay bebés, quitarles la caca. Son conscientes de que sobrecargan a sus compañeras cuando no comparten las tareas del hogar con sus compañeras. Los que apuestan por la corresponsabilidad y se implican, se sobrecargan como las mujeres y descubren la importancia que tiene reclamar medidas polÃticas que les ayuden, también a ellos, a conciliar el trabajo y la familia. Unas medidas que el Estado tiene la obligación de impulsar, sin esperar a que los hombres se las pidan, para contribuir a incorporarlos al trabajo doméstico. De seguir como hasta ahora, facilitando la conciliación a las mujeres al tiempo que se hacen gestos hacia los hombres, a todas luces insuficientes, se puede pensar que lo que en realidad se pretende, aunque se diga lo contrario, es que sigan siendo ellas las que se encarguen de lo doméstico, limitando su desarrolllo profesional y retrasando la igualdad entre los sexos. Si se exceptúan algunas medidas relacionadas con los primeros momentos de la paternidad, se comprueba que los hombres son los grandes ausentes en las polÃticas de igualdad. |